martes, 20 de septiembre de 2022

Por qué pasear por el campo amansa nuestro cerebro





La ruta del Cares, en los Picos de Europa. Shutterstock / SergioNF

Publicado: 19 septiembre 2022 15:41 CEST


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Autoría:

José A. Morales García
Profesor e investigador científico en Neurociencia, Universidad Complutense de Madrid

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Cláusula de Divulgación:

José A. Morales García no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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“Me voy el fin de semana al campo a desconectar”.

Lo hemos dicho y oído en numerosas ocasiones. Personas que, agobiadas por la gran urbe, pasan unos días en la naturaleza como medio de evasión. Todos sabemos que funciona. Unos días de relax rural y volvemos a nuestras ciudades “con las pilas cargadas”.

La concentración de personas en núcleos urbanos crece más rápido de lo deseado. Actualmente, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, y se espera que este número siga subiendo. Se estima que 7 de cada 10 personas en el mundo habitarán en 2050 grandes poblaciones. Muchos de ellos pasarán hasta el 90 % de sus existencias sin salir de ellas.

La vida en la ciudad tiene sus ventajas, pero también supone un riesgo importante para la salud mental. De hecho, los trastornos del estado de ánimo, la ansiedad o la depresión son hasta un 56 % más frecuentes en los entornos urbanos que en los rurales.


__________ Escapadas para apaciguar la amígdala

Pero ¿cuál es el mecanismo cerebral que permite que la naturaleza nos cambie la percepción de las cosas? Parte de la respuesta podría estar en la amígdala.

Eso sugería un estudio de hace algunos años: en situaciones de estrés, la amígdala se activa más en los habitantes de ciudades que en los de áreas rurales.

La amígdala es la región del sistema nervioso encargada del control de las emociones y los sentimientos. Lógico, pues se encuentra en una posición privilegiada que le permite establecer conexiones con gran parte del cerebro. Una de esas regiones es el lóbulo frontal, lo cual explica que la amígdala participe en la inhibición de conductas y toma de decisiones.

Y además de las ya mencionadas, la amígdala interviene en otras actividades como el control de la ingesta –es responsable de la sensación de saciedad–, la gestión del miedo y el estrés, la estructuración de los recuerdos, la regulación de la conducta sexual o el control de la agresividad.

Pero no demonicemos a la amígdala. Al fin y al cabo, la esencia del miedo es la supervivencia, y esta porción del cerebro nos ayuda a sobrevivir evitando situaciones de peligro. Esto es posible gracias a que revisa continuamente la información que nos proporcionan los sentidos, detectando al momento aquello que pueda afectar a nuestra supervivencia (sea real o no). Una vez identificada la amenaza, elabora una respuesta que nos aleja del riesgo, y nuestra probabilidad de supervivencia crece.

__________ Las ventajas de darse un relajante baño forestal

Pero ¿es posible actuar sobre la amígdala para evitar la ansiedad o el estrés?

Farmacológicamente sí, aunque la ciencia también nos ofrece otra posibilidad más económica, sencilla y ecológica: el simple contacto con la naturaleza.

Un estudio reciente ha demostrado que la exposición repetida a entornos naturales actúa positivamente sobre la actividad de la amígdala. De esta manera, la personas en contacto frecuente con la naturaleza presentan una menor actividad de su amígdala en situaciones de estrés.

Interactuar con el medio ambiente supone, por tanto, una forma de mejorar la salud mental. Los japoneses tienen una palabra al respecto: shinrin-yoku o baños forestales.

A la misma conclusión han llegado muchos otros estudios. Estos demuestran que el contacto con la naturaleza aumenta nuestra sensación de felicidad y disminuye la angustia mental, puesto que reduce las emociones negativas y el estrés.

También nos dota de mayor capacidad de gestión de las tareas diarias, mejorando la capacidad de la llamada memoria de trabajo, que nos permite el almacenamiento temporal de información en el cerebro. A esto hay que sumarle una mejora de la función cognitiva –atención, memoria, orientación– tanto en adultos como en niños, que mejoran su imaginación, creatividad y rendimiento escolar.

Otra de las ventajas de salir al campo es que es una actividad que se puede realizar en solitario. Consecuencia de ello es que las personas que pasean solas en la naturaleza tienen una menor predisposición a sufrir depresión y estrés.

Como todo buen tratamiento, el contacto con la naturaleza también requiere una dosis. Los beneficios que aporta a la salud mental aparecen siempre y cuando tenga la duración adecuada: media hora como mínimo y al menos una vez a la semana.

En conclusión, la exposición a la naturaleza disminuye la actividad de la amígdala y tiene efectos beneficiosos en las regiones del cerebro relacionadas con el estrés. Esto sugiere que pasear por el campo amortigua los efectos perjudiciales de la vida en la ciudad. Y a su vez, actúa potencialmente como medida preventiva contra el desarrollo de algunos trastornos mentales.

__________ Oasis de verdor que nos hacen más felices

Abandonar la urbe en busca de vegetación y aire limpio no siempre está al alcance de todos. En este sentido tenemos un enemigo: el crecimiento masivo y descontrolado de las ciudades, cuyos planes urbanísticos no incluyen grandes espacios verdes. O si los incluyen es con fines decorativos, sin tener en cuenta los beneficios que pudieran tener para el estado de ánimo de sus habitantes.

A este respecto, el impacto de los espacios verdes urbanos en la salud mental ha sido objeto de investigación desde hace años. Muchos científicos señalan la necesidad de incluir elementos naturales en nuestros proyectos de ciudad, teniendo en cuenta los numerosos beneficios que reportan a nuestra psique.

Mientras esperamos a que nuestras ciudades se tiñan de verde, no queda otra que cuidar mucho nuestro entorno natural. Es por nuestro bien: no nos conviene enfadar a la amígdala.
 


viernes, 3 de septiembre de 2021

Riego invernadero. Arqueta con llaves de paso y electroválvulas de las 2 líneas de microaspersores.


LLAVES PASO I ELECTROVALVULAS... de izquierda a derecha

1 ... línea sur o kiosko
2 ... línea ​norte o almacén
3 ... .... ..... ..... ..... ..... anulada
4... ..... ..... ..... ..... anulada


LINEAS DE MICROASPERSORES 
. 1... sur o kiosco

LINEAS DE MICROASPERSORES 
. 2... norte o almacén




 

domingo, 18 de octubre de 2020

Ver naturaleza en la tv

Una investigación muestra que ver programas sobre naturaleza en la televisión mejora el estado de ánimo

https://amp.20minutos.es/noticia/4420624/0/investigacion-programas-naturaleza-television-mejora-estado-animo/?utm_medium=referral&utm_source=upday

https://www.facebook.com/662185669/posts/10157133807070670/?sfnsn=scwspmo

Vivir cerca de la naturaleza y pasar tiempo al aire libre aporta grandes beneficios para la salud mental y física, aunque esto no siempre es posible, y más ahora en los que la pandemia de la Covid-19 obliga a estar confinados. Precisamente, investigadores de la Universidad de Exeter en Inglaterra, han observado que ver la naturaleza en la televisión también puede provocar un efecto positivo.

Aunque se sabe que ver la televisión durante muchas horas al día no es bueno para la salud, hasta el punto de que muchos estudios comparan sus efectos con los del tabaco o la falta de ejercicio, lo cierto es que han comprobado que ver programas de naturaleza de alta calidad puede mejorar el estado de ánimo de las personas, reducir las emociones negativas y ayudar a aliviar el tipo de aburrimiento asociado con estar aislado en interiores.

Los investigadores, que acaban de publicar su trabajo en el Journal of Environmental Psychology, señalan que también ha demostrado que experimentar la naturaleza en la realidad virtual podría tener beneficios aún mayores, impulsando sentimientos positivos y aumentando la conexión de las personas con el mundo natural.

En condiciones de laboratorio, investigadores de la Universidad de Exeter primero indujeron sentimientos de aburrimiento en 96 participantes al pedirles que vieran un vídeo en el que una persona describe su trabajo en una empresa de suministros de oficina. Luego experimentaron escenas de un arrecife de coral submarino en una de tres formas diferentes: en la televisión, en un visor de realidad virtual usando video de 360o, y en un casco de realidad virtual utilizando gráficos interactivos generados por computadora.

El equipo descubrió que todos los métodos de visualización minimizaban los sentimientos negativos como la tristeza, además de reducir significativamente el aburrimiento. Sin embargo, solo la experiencia de realidad virtual interactiva condujo a un aumento de los sentimientos positivos, como la felicidad, y fortaleció la forma en que las personas se sentían conectadas con la naturaleza.

La investigadora principal del estudio, Nicky Yeo, cree que los hallazgos podrían tener implicaciones importantes para las poblaciones que enfrentan períodos prolongados en el hogar. "Dado que las personas de todo el mundo enfrentan un acceso limitado a entornos al aire libre debido a las cuarentenas de Covid-19, este estudio sugiere que los programas de la naturaleza podrían ofrecer una forma accesible para poblaciones para beneficiarse de una 'dosis' de naturaleza digital", explica.

El equipo trabajó con la Unidad de Historia Natural de la BBC para crear sus condiciones experimentales, que incluían varias escenas de la serie Blue Planet II, incluidas imágenes de 360o inéditas. Sus hallazgos respaldan iniciativas que buscan llevar el potencial terapéutico de la naturaleza a las personas en casa, como la reciente serie Mindful Escapes de BBC Four.

"Estamos particularmente entusiasmados con los beneficios adicionales que las experiencias de inmersión de la naturaleza pueden proporcionar. La realidad virtual podría ayudarnos a mejorar el bienestar de las personas que no pueden acceder fácilmente al mundo natural, como las que están en un hospital o en cuidados a largo plazo", señala el doctor Mathew White, coautor del estudio.

Además, en su opinión, "también podría ayudar a fomentar una conexión más profunda con la naturaleza en poblaciones saludables, un mecanismo que puede fomentar comportamientos más favorables al medio ambiente e impulsar a las personas a proteger y preservar la naturaleza en el mundo real".

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